Después de la conquista, Hernán Cortés se estableció en Coyoacán con la Malinche, donde fundaron los cimientos de lo que hoy es conocido como el Barrio de la Conchita. La capilla de la casa ahora se conoce como la iglesia de la Conchita y es una de las iglesias más famosas del Centro de Coyoacán.
Uno de los atractivos de Coyoacán son sus leyendas y es precisamente en torno a esta plaza que se desarrolla una que perdura hasta nuestros días:
Coyoacán es uno de los barrios que más se ha trasformado, de hecho en los años 40 un había un tranvía que pasaba por la Plaza de la Conchita y llegaba a San Ángel. Una de las leyendas cuenta que justo en la parada del tranvía que pasaba por dicha plaza subía un monje de pies descalzos.
El monje siempre subía al último vagón del tranvía y pegaba en la pared con unos huesitos. Al llegar a la última estación, los pasajeros y el chofer se percataban de que el monje ya no estaba en el tranvía y no podían explicar cómo bajaba del tranvía. Esto sucedía todas las noches.
Algunas otras personas aseguran ver a un monje de estas mismas características en la Plaza la Conchita. Dicen que el monje siempre les sonríe, pero que nunca ha pronunciado alguna palabra.
Otros vecinos cuentan que ese mismo monje podía ser visto, traspasar a altas horas de la noche la puerta de la Iglesia de la Conchita (que ya había sido bien cerrada por el sacristán), y que acostumbraba dar solitarios paseos con su rosario en mano. Las parejas desveladas y uno que otro borracho aseguran que aún tropiezan con él y que solo les sonríe, sin pronunciar palabra alguna.
Si quieres visitar este lugar y conocer más leyendas, puedes programar un recorrido en el Facebook del Centro de Coyoacan.
Y recuerda que después del recorrido puedes hospedarte en La Casita de Coyoacán, y mantener el misterio en una casa virreinal, donde estaremos encantados de recibirte y decir: "Bienvenido a casa".
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